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A R T Í C U L O S DE
O P I N I Ó N
quizá, pero fiambreras. Nos consuela pensar que siempre habrá ¿Y qué puede y debe hacer la cultura ante todo esto? ¿Callar y mirar
alguien que está peor que nosotros. A los esclavos los ataban con a otro lado o dar un paso al frente? Vivir en un país que castiga a
cadenas de hierro, pero no era eso lo que les impedía ser libres, los que hablan y premia a los que callan no lo pone fácil, nadie dice
sino el miedo al amo. A los esclavos de hoy nos atan con cadenas que lo sea. ¿Qué hicieron los grandes como Chaplin o Camus frente
de papel, nóminas, alquileres o hipotecas, pero es el miedo, su a la barbarie? ¿Callar? No, uno rodó El gran dictador y el otro par-
mismo miedo, el que nos impide ser libres. Y, lo que es peor, han ticipó activamente en la Resistencia. Son muchas las formas en las
logrado que estemos tan perdidos que hemos llegado a creernos que la cultura puede y debe dar hoy un paso al frente. La primera,
libres y ya ni ansiemos la libertad. sin duda, es siendo espejo frente a la sociedad, poniendo frente a
ella ese espejo en el que se vea reflejada e interpelada a tomar
A fuerza de repetirnos que todos los partidos son iguales, el virus partido, porque hoy la equidistancia, esa nueva y poderosa adormi-
de la desmotivación política ha calado muy hondo. La participación dera, mata. Hace apenas diez años el cuerpo sin vida de un niño,
en los barrios ricos es infinitamente superior a la de los barrios Aylan Kurdi, flotando sin vida en la orilla de una playa turca removió
pobres. Los barrios tradicionalmente obreros son hoy un caladero nuestras conciencias. El Mediterráneo, nuestro Mediterráneo, no
de votos para la extrema derecha. Y esto está pasando aquí y en es hoy un cementerio, sino un matadero. Hoy asistimos impasibles
toda Europa. Hoy vemos el resurgir del fascismo en países como a la muerte de cientos de migrantes frente a las costas europeas,
Alemania o Italia que lograron vencerlo hace ochenta años. Hoy, pero nos preocupa más que se ahoguen cinco turistas multimillo-
como entonces, ganan elecciones. Hitler llegó al poder ganando narios que se meten en un submarino para visitar los restos del
unas elecciones. Ni podemos ni debemos olvidarlo. Nos va lo que Titanic. ¿Qué cota de inhumanidad alcanzará nuestra conciencia
somos en ello. dentro de otros diez años?
La cultura no debe ser panfletaria, sin duda, pero tampoco mero
entretenimiento ni adormidera de conciencias, y menos con los
vientos que corren. En estos tiempos donde la ignorancia y la bar-
barie se atreven a censurar obras de Virginia Woolf o del propio
Lope de Vega, quienes nos dedicamos a la cultura tenemos que dar
un paso al frente abanderando la lucha en defensa de la libertad
de creación, la de expresión y, sobre todo, la de pensamiento, la
más amenazada de todas ellas. Hoy más que nunca la cultura debe
interpelar al ciudadano a afrontar la realidad en la que vive, y
quienes nos dedicamos a ella podemos hacerlo de una y mil mane-
ras: participando en proyectos que nos cuestionen, que nos inter-
pelen, ayudando solidariamente a que quienes empiezan puedan
sacar adelante sus sueños, dando talleres solidarios de interpreta-
ción a parados de larga duración para que tengan armas con las
que enfrentarse a entrevistas de trabajo, llevando el teatro a las
calles para denunciar la política criminal de fronteras de la UE, la
tortura o la violencia de género, aprovechando cuantos micrófonos
nos pongan al alcance para denunciar injusticias, censuras o recor-
tes de derechos, saliendo a las calles para defender la sanidad y la
educación públicas, defendiendo el planeta… Son muchas y muy
diferentes las formas en que podemos hacerlo. La imaginación y el
compromiso son nuestras principales herramientas de trabajo. Y
eso es, precisamente, lo que la sociedad necesita hoy.
Quienes nos dedicamos a la
cultura tenemos que dar un
paso al frente abanderando la
lucha en defensa de la
libertad de creación, la de
expresión y, sobre todo, la de
pensamiento
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