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A R T Í C U L O S DE
O P I N I Ó N
Pero no solo a nivel social y político nos enfrentamos a graves ame- gión mayoritaria, en la que gran parte de sus pastores tienen mu-
nazas. El mundo de hoy avanza muy rápido hacia otro mundo del que, chas veces una ideología absolutamente retrógrada, reaccionaria
prácticamente, lo desconocemos todo: el de la inteligencia artificial. y conservadora. Por eso cosas tan aparentemente inocuas como
Es un mundo que promete grandes avances, sin duda, pero también las redes sociales explican cosas mucho más difíciles de entender
implica asumir riesgos nunca vistos hasta ahora. Ufanamente creía- sociológicamente, como que una gran parte de los gitanos hoy
mos que los robots y la IA llegarían a sustituir los trabajos más voten a VOX, un partido racista, xenófobo y aporofóbico.
precarios y manuales, pero la realidad va más, mucho más allá. Con
los nuevos programas de IA pueden utilizar nuestra imagen y nues- Dentro de la cultura, sucesos recientes como el confinamiento y la
tra propia voz para que digamos cosas que jamás hemos dicho, pandemia han tenido un impacto brutal capaz de trastocar princi-
utilizarnos para fines con los que no estamos de acuerdo o incluso pios y realidades que parecían inmutables. Pongamos, por ejemplo,
contra los que en la vida real nos rebelamos. Hoy miles de estudian- la asistencia al cine. En términos generales ha caído cerca de un
tes de artes escénicas están siendo grabados expresando diversas cincuenta por ciento comparada con la de los años anteriores al
emociones. Con esas imágenes se crearán cientos de avatares que, coronavirus. El confinamiento supuso un regalo inapreciable para
quizá no dentro de mucho, sustituirán a los actores y actrices de las plataformas, cuyos usuarios crecieron exponencialmente. Las
carne y hueso en nuestras pantallas. Hoy no es extraño ver que al- nuevas tecnologías, con los móviles a la cabeza, están contribuyen-
gunas productoras están intentando incluir en sus contratos con los do a marchas forzadas a que las salas de cine se vacíen. La unión
intérpretes cláusulas de renuncia a posibles derechos futuros, dere- de estos dos factores, entre otros, ha hecho que los espectadores
chos que aún no existen ni intuimos en qué consistirán. Quizá los se estén acostumbrando a ver películas en pantallas de pequeño
actores y actrices consolidados puedan negarse a aceptar esas formato y que limiten su asistencia al cine a películas de superhé-
cláusulas, pero les va a resultar mucho más difícil hacerlo a quienes roes con grandes efectos especiales o mastodónticas campañas
están empezando y necesitan sí o sí ese papel que les ofrecen a publicitarias detrás. Es descorazonador ver hoy, en cualquier metro,
cambio de renunciar a sus derechos futuros. El reto al que nos en- a gente viendo series y películas en las mini pantallas de sus móvi-
frentamos, no solo quienes nos dedicamos a esto, sino la sociedad les, o a gente confortablemente apoltronada en sus casas frente a
en su conjunto, es que la ciencia siempre va diez años por delante televisores cada vez más grandes. Nada queda del ritual de ir al
del derecho, y la tecnología punta diez más que la ciencia. Hagamos cine, esa comunión con personas a las que ni conoces que se unen
lo que hagamos siempre llegaremos tarde en esta loca carrera en la para compartir, juntas, la experiencia de ver una película. Ver esa
que, para no quedarnos rezagados, vamos soltando valores y dere- misma película en casa o en el metro es un auténtico sacrilegio
chos como inútil lastre que nos impide avanzar. cultural. Sujetos a todas las interferencias posibles, desde llamadas
telefónicas a ir al lavabo o a bajarnos en la parada que nos toca, la
Vivimos tan en la inopia que creemos que las redes sociales son película, sea cual sea, queda reducida al papel de mero entreteni-
inocuas y gratuitas. Que no nos cobren dinero por usarlas no quie- miento. Los brillantes diálogos, las formidables interpretaciones o
re decir que no tengan un precio, ese precio es la información que los inolvidables planos panorámicos de las grandes producciones
ingenua y voluntariamente les proporcionamos, y esa sí gratuita- han perdido valor para el espectador de hoy. Sin duda el precio cada
mente, cada día. Con toda esa información estamos en manos de vez más alto de las entradas o la proliferación de multisalas para
los algoritmos y el Big Data que manejan a su antojo y libres de adaptarse a la demanda con pantallas cada vez más pequeñas,
cortapisas las grandes corporaciones que dominan el mundo de la también han contribuido a la desertización de las salas. Que las
información. No solo hacen que veamos en redes lo que quieren pantallas de las salas sean cada vez más pequeñas y las de los
que veamos (y oculten lo que no quieren dejarnos ver), o que reci- hogares más grandes no augura nada bueno para el cine.
bamos tal o cual oferta precisamente de algo de lo que acabamos
de estar hablando con alguien llevando incluso nuestro móvil apa- A Rick y a Elsa siempre les quedará París, y a quienes nos dedica-
gado. El Gran Hermano no descansa, no duerme, está siempre mos a esto siempre nos quedará el teatro, quizá nuestro último
alerta para controlarlo todo. El Big Data es la herramienta más reducto al que el público no ha dejado de asistir tras la pandemia y
poderosa con la que puede contar un político para prometer a sus en el que difícilmente podrá sustituirnos, al menos a corto plazo,
votantes lo que quieren que les prometa. Nada importa que luego un avatar. La gente sigue acudiendo y llenando los teatros, enfren-
no cumpla sus promesas, vivimos en la sociedad del olvido inme- tándose a ese espejo en el que se ven reflejados y que les cuestio-
diato y la amnesia programada. na tantas y tantas cosas. El teatro es, quizá, nuestra última espe-
ranza. Hace años escuché a Nuria Espert comentar que en una gira
Es difícil hacernos una idea, aunque sea aproximada, del riesgo que en Japón había visto que la inmensa mayoría del público eran mu-
supone esto para nuestra democracia y para nuestra sociedad. Solo jeres. Supongo que ellos estarían jugando al golf, haciendo nego-
cuando conoces de cerca y en persona las realidades con las que cios, o cantando en un karaoke. Y esa es una realidad que también
convives puedes intuir su verdadero alcance. Quizá un ejemplo es un atisbo de esperanza. Son las mujeres las que hoy asisten
pueda ayudar a entender mejor esto: el pueblo gitano se está en- mayoritariamente a los actos y eventos culturales, las que leen
frentando hoy a uno de los momentos más decisivos de su Historia, más, las que no se contentan con meras distracciones o entreteni-
más aún que el que supuso el paso de su nomadismo al sedentaris- miento. Quieren saber, quieren sentir, quieren participar en la cons-
mo. Su cultura y su modo de vida se han organizado desde hace trucción del mundo en el que viven. No es casualidad que sean el
siglos sobre una estructura piramidal y patriarcal en la que arriba, colectivo que más está defendiendo sus derechos. El movimiento
junto al patriarca, están los ancianos que dictan y aplican las leyes feminista, los feminismos, son hoy uno de los últimos faros que
gitanas a su comunidad. Los jóvenes gitanos de hoy no reconocen pueden guiarnos en esta espesa niebla que ha cubierto el mundo.
esa autoridad ancestral en personas que no saben lo que es Insta- Decía Federico Mayor Zaragoza que un día que estaba deprimido
gram o Tik Tok. No son un referente para ellos. Y nos encontramos por el devenir del mundo le preguntó a su amigo Nelson Mandela
con una generación educada para mandar que no tiene a quien «Señor Mandela, ¿de verdad cree usted que esto tiene solución? Y
mandar y otra que no tiene referentes en los que fijarse. Ese vacío Mandela, sonriendo, le respondió: «Sí, sin duda; tú y yo, por la edad,
existencial los ha llevado a depender del culto evangélico, su reli- no lo llegaremos a ver, pero no dudes de que esto se solucionará
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