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Para cumplir los ambiciosos y valientes objetivos en España se ha
facilitado la aceptación de propuestas de generación en diversas
fuentes y en todo el territorio. Dependiendo de la potencia proyec-
tada el proceso se realizará desde el ámbito autonómico o estatal.
La proliferación de propuestas es tremenda. Algunos con proyecto
serios y muy viables, otras que a simple vista se puede valorar que
no tendrán viabilidad por implantarse en terrenos protegidos, por
ejemplo, no prever las líneas de evacuación… y otros que son
proyectos de índole especulativo y con una visión de venta si fuesen
aprobados. Todo ello legal y con derecho para presentarse. Pero en
conjunto ha provocado un mapa inmenso de proyectos pendientes.
Los territorios ven con asombro la ocupación de todo, aunque unos
más que otros. El rigor, la gran cantidad de aspectos a valorar, la
amplitud de organismos que deben intervenir y la importancia de
las decisiones hacen que, junto a los pocos recursos técnicos con
la cualificación requerida en las administraciones para evaluar, se
tarde el triple en “burocracia” que en poner operativos los proyec-
tos. Las plantas deben respetar escrupulosamente los criterios de
sostenibilidad y las exigentes condiciones de las Declaraciones de
Impacto Ambiental.
Este momento y proliferación están produciendo un movimiento
de rechazo importante y en muchas ocasiones contradictorio. En
la cornisa cantábrica se ha coordinado un movimiento bajo un
mismo lema: renovables si, pero no así. En sus argumentos hay una
parte que es comprensible y todos estaríamos de acuerdo: se debe
dialogar con los municipios y, especialmente, los habitantes del
lugar, se debe compensar y cuidar la biodiversidad del lugar y no
debe ser un elemento que afecte, todo lo contrario, al desarrollo
económico local.
Por otra parte, sus propuestas suelen ser muy “urbanas” frente a
la realidad rural del entorno donde están los proyectos. Plantean,
además de las cuestiones en materia paisajística, de protección del
entorno y la biodiversidad y el diálogo y acuerdo local, otras que
son muy contradictorias y que se basan principalmente en un re-
chazo a la entrada de grandes empresas a estos procesos. Afirman
que sería mejor un plan de tejados y cubiertas solares, sería más
“atomizado” el modelo y más cercano al ciudadano. Sin duda podría
ser así, pero en el mejor de los casos se lograría el 30% de la
energía necesaria, se generaría una gran dificultad de gestionar la
oferta y la demanda y no tendríamos tiempo para lograr esa implan-
tación y cumplir los plazos. En general se pide “parar el proceso”,
abrir otro de reflexión, diseño y viabilidad. Este debate de los mo-
mentos, plazos y demás habría estado bien hace 30 años, pero
perdimos el tiempo. Ahora los mismos que decimos que estamos
ante una emergencia climática y urgente, no podemos decir que
vayamos despacio. Los debates de salón nos impidieron ver la ur-
gencia y la necesidad del acuerdo.
En este bloque debemos acordar con lo que suma. Las entidades
conservacionistas y preparadas, por ejemplo, SeoBirdLife, WWF y
muchas territoriales, aportan criterios de equilibrio con la biodiver-
sidad, de reducción del impacto ambiental y de alternativas más
adecuadas que incluso pueden mejorar el entorno, como por ejem-
plo con la recuperación de especies, insectos…Su papel es impor-
tantísimo.
Cuando descendemos al territorio, muy especialmente al municipio
o pequeño pueblo y al mundo rural y su actividad socioeconómica,
surgen de nuevo problemas y oportunidades.
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