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DIÁLOGO SOCIAL Y
COMPETITIVIDAD GLOBAL
EN COLOMBIA
Ernesto Samper Pizano. Expresidente de Colombia. Exsecretario General de UNASUR.
Globalización y Competitividad
El proceso de globalización, que comenzó con la caída del muro de
Berlín, obligó a la revisión de muchos esquemas propios de la épo-
ca de la denominada guerra fría. Una de estas revisiones tuvo que
ver con el cambio de las formas de relación entre los trabajadores,
empresarios y el gobierno.
En la época del modelo proteccionista, el de sustitución de impor-
taciones, los trabajadores y empresarios se reunían, en presencia
de las autoridades, para concertar ajustes salariales, medidas de
protección social y discutir niveles arancelarios. La productividad
de cada empresa o sector era el referente obligado para estas
negociaciones: a mayores utilidades, mejores salarios y mayores
concesiones en materia de seguridad social.
La globalización derogó este cómodo esquema de entendimiento
que producía la paz laboral. Las empresas nacionales se vieron
forzadas, con el nuevo esquema de apertura global de las econo-
mías nacionales, a competir internacionalmente para poder sobre-
vivir. Tuvieron que salirse de las campanas de vidrio, sin ningún
competidor extranjero, diseñadas para que atendieran los mercados
locales de cada país. De la noche a la mañana, se vieron obligadas
a medirse con otras empresas, especialmente del mundo desarro-
llado, que llegaban de sus países de origen pertrechadas con sub-
sidios, apoyos crediticios y ventajas arancelarias que les daban
notables ventajas internacionales.
El antiguo concepto de la productividad individual fue reemplazado
por el temible de la competitividad internacional, definida como la
capacidad de cada nación - dadas unas condiciones de mercado - de
producir bienes y servicios que puedan competir globalmente, sin
afectar las condiciones de bienestar de sus trabajadores.
Las ventajas «comparativas», que según los economistas clásicos
(Smith) hacían rico o pobre a un país según su disponibilidad de
recursos naturales, fueron reemplazadas por las ventajas «compe-
titivas» (Porter), que podía «fabricar» cada país para sobrevivir en
el competitivo escenario mundial.
Exigencias como la capacidad de crear y adaptar tecnología, desa-
rrollar la infraestructura, canalizar flujos de capitales, asegurar la
protección de la propiedad intelectual, avanzar en sistemas de
Las empresas nacionales se vieron forzadas, con el nuevo esquema
de apertura global de las economías nacionales, a competir
internacionalmente para poder sobrevivir
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