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A r t í c u l o s de
o p i n i ó n
aprendizaje y educación no formal, mantener el equilibrio de la
economía sin descuidar niveles satisfactorios de inclusión social,
alcanzados a través de políticas públicas en materia de salud,
educación y vivienda, entraron en la nueva agenda de concertación
público - privada.
El objetivo de la competitividad planteó a los actores económicos
tradicionales – trabajadores, empresarios y gobiernos – la necesi-
dad de abrir sus viejos esquemas de relación tripartito, para incluir
nuevos actores sociales y temas de negociación. Ya no se trataba
de mejorar los niveles de productividad empresarial o sectorial,
como de «sumar esfuerzos nacionales» para mejorar los términos
de la competitividad internacional.
Ahora, no eran solo las empresas las que competían, sino los paí-
ses, y lo hacían a través de sus «sistemas nacionales» de educación,
sostenibilidad macroeconómica y ambiental, y equipamiento tecno-
lógico. La negociación se volvió una cuestión de país a país. Así lo
entendieron los denominados «tigres asiáticos», cuando se aplica-
ron a conseguir capitales para desarrollar su infraestructura, invir-
tieron en la educación técnica de sus jóvenes y fundaron centros
de innovación del conocimiento, para quedar a la altura de los
países industrializados y empezar a competirles.
Diálogo social para la internacionalización en Colombia:
una experiencia de gobierno
En Colombia, durante mi gobierno (1994 - 1998), empezamos a
asomarnos al tema de la competitividad, incorporándolo en la agen-
da de negociaciones con empresarios y trabajadores. Creamos un
Consejo Nacional de Competitividad, como máximo rector del pro-
grama. Se identificaron cinco áreas estratégicas para mejorar nues-
tros niveles de relación internacional: productividad sectorial, de-
sarrollo tecnológico, formación de recursos humanos, nueva
normatividad regulatoria y avances en infraestructura física. Para
concertar su desarrollo, se crearon Consejos Sectoriales de Com-
petitividad, en los cuales participaron empresarios, trabajadores,
académicos y otros actores sociales, a nivel nacional y territorial.
El diálogo social comenzó a girar alrededor de inquietudes sistémi-
cas sobre la mejor manera de insertarnos en el escenario global.
Se plantearon nuevas formas de relación público – privado. Enten-
dimos, entonces, que las privatizaciones de empresas públicas por
razones fiscales no eran el único camino de resolver el dilema
Ahora, no eran solo las
empresas las que competían,
sino los países, y lo hacían a
través de sus «sistemas
nacionales» de educación,
sostenibilidad
macroeconómica y ambiental,
y equipamiento tecnológico
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