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                  El trabajo importante consistió en convencer a las diferentes
                  instituciones de que aquellos documentos que se conservaban

                  como historia y se consultaban como manuales en sus archivos,

                  eran en realidad obras, de naturaleza estética compleja y abiertas a

                  múltiples lecturas e intereses





               cas, archivos del ejército, escuelas de arte o museos. La fotografía   Poner en marcha este «observatorio» supondría llevar a cabo una
               se consideró a partir de entonces parte del patrimonio del Estado.   coordinación del trabajo que se ha ido haciendo en las distintas
               Un equipo de historiadores inició una búsqueda exhaustiva en las   instituciones a lo largo del país. Un primer paso sería analizar las
               diferentes instituciones públicas (empezando por la Biblioteca Na-  colecciones. Aclarar conceptos respecto a la catalogación. Replan-
               cional y siguiendo por hospitales, cárceles, etc.) para completar el   tearse la distinción entre documentos y obras, una categorización
               censo de ese patrimonio disperso. Se publicaron los resultados,   que limita la consideración de la imagen y su difusión. En algunos
               haciendo el esfuerzo por primera vez de unificar el lenguaje, la ca-  museos se ha llevado a cabo esa descatalogación de los documen-
               talogación y la indexación de todos los archivos. A partir de ese   tos para considerarlos como obras, lo que ha posibilitado su visibi-
               momento no ha cesado la investigación, gracias a un programa de   lidad, su relación con las otras obras expuestas y los ha abierto a
               becas que ha sido constante. El trabajo importante consistió en   una interpretación estética. Por lo tanto, la diferenciación entre
               convencer a las diferentes instituciones de que aquellos documen-  «documentos fotográficos» y «obras fotográficas» no debería ser
               tos que se conservaban como historia y se consultaban como ma-  meramente «formal», por sus características físicas, por la distin-
               nuales en sus archivos, eran en realidad obras, de naturaleza esté-  ción del soporte, si son negativos o papeles, etc. Está muy exten-
               tica compleja y abiertas a múltiples lecturas e intereses. Ese   dido el criterio de considerar un archivo fotográfico, aunque se
               cambio de paradigma motivó que se abrieran los archivos y se hi-  trate del archivo de un autor importante, como un mero depósito
               cieran exposiciones para dar a conocer el patrimonio fotográfico.  documental, una herramienta para el estudio. Sin embargo, cam-
                                                                     biando la etiquetación, se puede interpretar como un legado cultu-
               En nuestro caso, la fotografía también necesitaría un plan estraté-  ral, artístico, que contiene íntegramente la autoría de la persona
               gico similar, un pacto de Estado que garantizara su continuidad,   que lo ha producido, que es clave para interpretar su idea sobre el
               igual que otras áreas sociales cuyos objetivos no se redefinen con   mundo. Por eso, más que diferenciar entre «tipos» de artefactos por
               los cambios políticos, procurando respetar sus objetivos y sus pre-  su soporte, catalogados como obra o documento, sería imprescin-
               supuestos incluso en tiempos de crisis económica. Del mismo modo   dible la diferenciación entre «obra de interés fotográfico» y «docu-
               que no se cuestiona el provecho de la enseñanza universal y públi-  mento histórico». Como ejemplo extremo, podríamos diferenciar
               ca, se tendría que mantener la constante protección, investigación   entre documentos escritos e imágenes fotográficas. Las fotografías
               y tutela de los archivos fotográficos. Definir un plan estratégico a   en tanto «obra» contienen elementos cualitativos, detalles entera-
               largo plazo, en el que se incluyeran los términos para la creación   mente «visuales», portadores del contenido documental, que no
               -¿por qué no?- de un «Centro Nacional de la Fotografía». Un lugar   tienen los escritos, cuyo valor documental no se perdería con su
               de encuentro para el impulso de la fotografía, no solamente en el   trascripción. Mientras que el contenido documental de una fotogra-
               contexto de la práctica artística con el que normalmente se la re-  fía cambiaría, quedaría limitado, reducido, con su descripción.
               laciona, ensanchándola hacia otros ámbitos de pensamiento como
               la sociología, la antropología, la educación o el activismo político.  El valor patrimonial de las fotografías consideradas como obra no
                                                                     debería depender de su ubicación en un centro museístico o un
               Pero quizá, antes de la posibilidad de creación de una infraestruc-  archivo documental. Lo importante para mantener una diferencia-
               tura como esta, no sería mala idea poner en marcha un «observa-  ción cualitativa es la conciencia de los que lo custodian para darle
               torio», o comisión profesional de la fotografía, impulsado por el   la visibilidad adecuada y preservarlo íntegramente, materialmente,
               Ministerio de Cultura y con carácter estable, formado por expertos   para el futuro. Hoy en día, la tentación del escaneado de fotogra-
               de reconocido prestigio en el sector para poder realizar, en primera   fías, de negativos, que propende a la individualización y aislamien-
               instancia, la función de asesoramiento para las adquisiciones y la   to de la imagen, la separación de su soporte, se ejerce bajo el
               distribución presupuestaria, la detección de urgencias, etc. Esta   propósito de «conservación». Pero si se considera cada pieza en
               «comisión» -que llamamos «observatorio» por su carácter no intru-  papel, cada archivo de negativos, como obra, se entendería también
               sivo- lo visualizamos en un primer nivel, sirviendo de paraguas al   que su valor material es inseparable de la lectura de la imagen.
               resto de instituciones que custodian o trabajan con la fotografía,
               ya sean públicas o privadas, también a los productores, a los here-  La distinción entre la responsabilidad patrimonial de archivos y
               deros de aquellos que han dejado un legado, a los enseñantes, a   museos no puede depender de la distinción entre el hecho docu-
               los investigadores, etc. Se organizaría en diferentes departamen-  mental y artístico de la fotografía. ¿Quién debería asumir la respon-
               tos, con equipos de trabajo diferenciados, se entiende. Esta idea de   sabilidad de diferenciar aquellas producciones que tienen interés
               un observatorio para la fotografía, surgió en diferentes documentos   como obra, que obligan a protocolos de conservación, que requieren
               y propuestas en jornadas de estudio en Cataluña, pero no se logró   inversiones para su almacenaje, etc.? ¿Qué clase de «expertos»
               su implementación, a pesar del consenso alcanzado en las mesas   deben decidir sobre la conservación del patrimonio fotográfico
               de negociación.                                       como obra? El interés como documento es propio de cualquier



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