Page 46 - Tendencias 2020
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               para enfrentarla puestas en marcha por parte de quienes la sufren,   pero no tienes ese malestar... Desgraciadamente, lo he vivido, y
               ni cómo apoyar estos esfuerzos para avanzar hacia la erradicación   tengo que hablar con la trabajadora social y he estado muy mal, he
               de la pobreza de una manera definitiva.               llorado en muchos sitios. Me dice mi hija cuando le digo «tenemos
                                                                     que ir a tal sitio» «¿pero vas a llorar, mamá?»».
               Un primer aspecto en el que necesitamos profundizar es sobre qué
               es la pobreza. Más allá de la falta de recursos (alimentación, ingre-  Otro aspecto clave que entender mejor escuchando a quienes viven
               sos, vivienda, etc.), quienes la conocen en primera persona la iden-  en pobreza son sus causas y consecuencias, que podrían resumirse
               tificaron con la oscuridad, en un taller que realizamos el año pasado:  en cuatro: injustica, discriminación, desempoderamiento y miedo.

               «Nos vemos desvalidos, sin ideas, sin saber lo que hacer, sin saber   Muchas veces se habla de la pobreza como si fuera algo natural,
               cómo solucionar… desamparados en una oscuridad en la que no se   caído del cielo, o en todo caso consecuencia de las malas decisiones
               ve una salida. Es como un laberinto de soledad».      de quienes la sufren. Eso mismo volvemos a ver ahora, frente a la
                                                                     nueva oleada de empobrecimiento actual, de la que se habla como
               Al mismo tiempo, la búsqueda de soluciones respecto de esas ne-  consecuencia exclusiva de la pandemia, olvidando su existencia
               cesidades no se limita únicamente a pedir ayuda y esperar a que   previa y las estructuras que ya generaban y continúan generando
               desde fuera se resuelva el problema. Son muchos los intentos,   injusticia y desigualdad en nuestra sociedad.
               muchos los esfuerzos puestos en marcha, pero las múltiples barre-
               ras que encuentran obligan también a pedir ayuda a quienes tienen   También vemos como socialmente se construye una imagen de la
               más recursos y puertas abiertas. En todo este proceso por superar   pobreza que la divide en diferentes cajones, como si fueran realida-
               la necesidad se movilizan elementos situados a un nivel muy pro-  des que no tuvieran nada en común, con la excusa de poder ofrecer
               fundo y que las personas afectadas asocian con la sensación de   una atención más adaptada a las diferentes realidades: persona sin
               abrir constantemente una herida profunda.             hogar, enfermedad mental, toxicomanía, familia en riesgo, víctima
                                                                     de violencia machista, inmigrante, pueblo gitano, etc. Entrar en una
               «Si la necesidad básica no me es cubierta, no tengo la herida curada.   categoría u otra conlleva su carga correspondiente de prejuicios,
               No salgo de la angustia que tengo. Tenemos una herida que curar, que   además de determinar muchas veces la vía de acceso a recursos que
               hay que cuidar pero no remover, para no dejarnos encerradas en ella.   deberían ser derechos para todas las personas, y termina fomentan-
               Queremos avanzar, soltar lastre del pasado, no repetir».  do el enfrentamiento entre diferentes grupos sociales pese a que
                                                                     comparten el vivir en situación muy precaria.
               Las necesidades a resolver se identifican de esta manera con heri-
               das que necesitan cuidado, y que en muchos casos conectan con   Quienes viven en pobreza ofrecen una visión mucho más compleja
               historias previas difíciles y que no son fáciles de compartir. Tener   y completa de cómo se llega a esta situación, señalando los meca-
               que pedir ayuda por no poder resolver una necesidad básica puede   nismos y protocolos que les desempoderan, que no reconocen y
               generar vergüenza, y tener que hacerlo de manera recurrente a lo   niegan sus capacidades, promoviendo la desesperanza y el inmovi-
               largo de la vida aumenta esta sensación y termina marcando en   lismo. Aunque de un tiempo a esta parte se habla mucho de partici-
               profundidad a la persona.                             pación y de empoderamiento como clave de la transformación social,
                                                                     en relación a las poblaciones excluidas vemos como no se identifican
               «La burocracia, los papeles, el cómo me miran, el «¿realmente lo   claramente ni se revierten las múltiples barreras estructurales que
               necesitará o no lo necesitará?», el que te cuestionen, te juzguen y   encuentran, lo que vacía de contenido estas palabras.
               te dirijan constantemente, eso no te ayuda nada. Te pueden pagar
               la luz, pero te pasas tres noches sin dormir porque te sientes mal. Y   Desde los márgenes de la sociedad la demanda fundamental que
               eso no te va a ayudar. Si te dan un abrazo lo mismo estás a oscuras,   se lanza es clara: liberación. Liberación de las estructuras que
                                                                     oprimen, de expertos que marcan el camino y la conducta a seguir.
                                                                     Liberación para el ejercicio de las propias capacidades y a través
                                                                     del reconocimiento de derechos fundamentales. Liberación para
                                                                     poder decidir sobre la propia vida, asumiendo responsabilidades
                                                                     tanto a nivel individual como colectivo. No vale con facilitar el ac-
                                                                     ceso a los recursos si este se da en condiciones que afectan a la
                                                                     propia dignidad y autoestima, encerrando aún más a la persona o
                                                                     al colectivo en el círculo de la pobreza y en la dependencia y agu-
                                                                     dizando su exclusión del reconocimiento como un igual frente a los
                                                                     otros miembros integrantes de la sociedad.

                                                                     Un último elemento que juega un papel clave en este contexto es
                                                                     el miedo. Cuando se vive en la precariedad, todo lo que afecte a las
                                                                     mínimas seguridades que se hayan conseguido suponen una gran
                                                                     desestabilización. Es lo que está pasando, por ejemplo, con la
                                                                     puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital que, aunque presenta
                                                                     algunas mejoras respecto al sistema de Rentas Mínimas que lleva
                                                                     años funcionando en muchas autonomías, abre un nuevo contexto
                                                                     en el que falta información y confianza para frenar la inseguridad
                                                                     que este cambio provoca:






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