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para enfrentarla puestas en marcha por parte de quienes la sufren, pero no tienes ese malestar... Desgraciadamente, lo he vivido, y
ni cómo apoyar estos esfuerzos para avanzar hacia la erradicación tengo que hablar con la trabajadora social y he estado muy mal, he
de la pobreza de una manera definitiva. llorado en muchos sitios. Me dice mi hija cuando le digo «tenemos
que ir a tal sitio» «¿pero vas a llorar, mamá?»».
Un primer aspecto en el que necesitamos profundizar es sobre qué
es la pobreza. Más allá de la falta de recursos (alimentación, ingre- Otro aspecto clave que entender mejor escuchando a quienes viven
sos, vivienda, etc.), quienes la conocen en primera persona la iden- en pobreza son sus causas y consecuencias, que podrían resumirse
tificaron con la oscuridad, en un taller que realizamos el año pasado: en cuatro: injustica, discriminación, desempoderamiento y miedo.
«Nos vemos desvalidos, sin ideas, sin saber lo que hacer, sin saber Muchas veces se habla de la pobreza como si fuera algo natural,
cómo solucionar… desamparados en una oscuridad en la que no se caído del cielo, o en todo caso consecuencia de las malas decisiones
ve una salida. Es como un laberinto de soledad». de quienes la sufren. Eso mismo volvemos a ver ahora, frente a la
nueva oleada de empobrecimiento actual, de la que se habla como
Al mismo tiempo, la búsqueda de soluciones respecto de esas ne- consecuencia exclusiva de la pandemia, olvidando su existencia
cesidades no se limita únicamente a pedir ayuda y esperar a que previa y las estructuras que ya generaban y continúan generando
desde fuera se resuelva el problema. Son muchos los intentos, injusticia y desigualdad en nuestra sociedad.
muchos los esfuerzos puestos en marcha, pero las múltiples barre-
ras que encuentran obligan también a pedir ayuda a quienes tienen También vemos como socialmente se construye una imagen de la
más recursos y puertas abiertas. En todo este proceso por superar pobreza que la divide en diferentes cajones, como si fueran realida-
la necesidad se movilizan elementos situados a un nivel muy pro- des que no tuvieran nada en común, con la excusa de poder ofrecer
fundo y que las personas afectadas asocian con la sensación de una atención más adaptada a las diferentes realidades: persona sin
abrir constantemente una herida profunda. hogar, enfermedad mental, toxicomanía, familia en riesgo, víctima
de violencia machista, inmigrante, pueblo gitano, etc. Entrar en una
«Si la necesidad básica no me es cubierta, no tengo la herida curada. categoría u otra conlleva su carga correspondiente de prejuicios,
No salgo de la angustia que tengo. Tenemos una herida que curar, que además de determinar muchas veces la vía de acceso a recursos que
hay que cuidar pero no remover, para no dejarnos encerradas en ella. deberían ser derechos para todas las personas, y termina fomentan-
Queremos avanzar, soltar lastre del pasado, no repetir». do el enfrentamiento entre diferentes grupos sociales pese a que
comparten el vivir en situación muy precaria.
Las necesidades a resolver se identifican de esta manera con heri-
das que necesitan cuidado, y que en muchos casos conectan con Quienes viven en pobreza ofrecen una visión mucho más compleja
historias previas difíciles y que no son fáciles de compartir. Tener y completa de cómo se llega a esta situación, señalando los meca-
que pedir ayuda por no poder resolver una necesidad básica puede nismos y protocolos que les desempoderan, que no reconocen y
generar vergüenza, y tener que hacerlo de manera recurrente a lo niegan sus capacidades, promoviendo la desesperanza y el inmovi-
largo de la vida aumenta esta sensación y termina marcando en lismo. Aunque de un tiempo a esta parte se habla mucho de partici-
profundidad a la persona. pación y de empoderamiento como clave de la transformación social,
en relación a las poblaciones excluidas vemos como no se identifican
«La burocracia, los papeles, el cómo me miran, el «¿realmente lo claramente ni se revierten las múltiples barreras estructurales que
necesitará o no lo necesitará?», el que te cuestionen, te juzguen y encuentran, lo que vacía de contenido estas palabras.
te dirijan constantemente, eso no te ayuda nada. Te pueden pagar
la luz, pero te pasas tres noches sin dormir porque te sientes mal. Y Desde los márgenes de la sociedad la demanda fundamental que
eso no te va a ayudar. Si te dan un abrazo lo mismo estás a oscuras, se lanza es clara: liberación. Liberación de las estructuras que
oprimen, de expertos que marcan el camino y la conducta a seguir.
Liberación para el ejercicio de las propias capacidades y a través
del reconocimiento de derechos fundamentales. Liberación para
poder decidir sobre la propia vida, asumiendo responsabilidades
tanto a nivel individual como colectivo. No vale con facilitar el ac-
ceso a los recursos si este se da en condiciones que afectan a la
propia dignidad y autoestima, encerrando aún más a la persona o
al colectivo en el círculo de la pobreza y en la dependencia y agu-
dizando su exclusión del reconocimiento como un igual frente a los
otros miembros integrantes de la sociedad.
Un último elemento que juega un papel clave en este contexto es
el miedo. Cuando se vive en la precariedad, todo lo que afecte a las
mínimas seguridades que se hayan conseguido suponen una gran
desestabilización. Es lo que está pasando, por ejemplo, con la
puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital que, aunque presenta
algunas mejoras respecto al sistema de Rentas Mínimas que lleva
años funcionando en muchas autonomías, abre un nuevo contexto
en el que falta información y confianza para frenar la inseguridad
que este cambio provoca:
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