Page 107 - Tendencias 2022
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A R T Í C U L O S DE
O P I N I Ó N
Hoy en día, el apoyo al coche
eléctrico se ha convertido en
un magnífico sistema de
transferencia de rentas de los
pobres y las clases medias a
los ricos
pequeñas furgonetas y coches diésel, viejos, propiedad de personas
sin recursos para renovarlos, y con un efecto de reducciones de un
30% de las emisiones de CO respecto al vehículo anterior.
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El impacto en las emisiones de CO de unas ayudas no discrimina-
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torias por tipo de coche sobre el total de emisiones sería muy su-
perior, y la justicia social mucho más razonable. Hoy en día, el
apoyo al coche eléctrico se ha convertido en un magnífico sistema
de transferencia de rentas de los pobres y las clases medias a los
ricos. Porque el problema de las emisiones en España no es el
diésel o la gasolina: son los coches viejos. La crisis de 2008 dejó
muchas heridas y, entre ellas, el envejecimiento del parque auto-
movilístico. Entonces, la edad media del parque español era de ocho
años. Hoy supera los trece y medio. El mercado de coches más di-
námico en España es, lamentablemente, el de los coches diésel de
segunda mano. No hace falta señalar el impacto industrial que unas
políticas de movilidad socialmente menos regresivas tendrían sobre
nuestro tejido industrial.
Conclusión
Ambición en la reducción de emisiones, sí, pero garantizando la
seguridad de suministro, el empleo industrial y la progresividad
social.
No debemos reducir la ambición en la reducción de emisiones. Pero
debemos ejecutarla con sentido común. La triste realidad es que
hoy estamos exportando a otros países una parte importante de
las emisiones que decimos reducir, sin que el efecto sobre la miti-
gación del cambio climático exista siquiera.
Además, una transición energética ideologizada nos ha hecho aban-
donar en Europa la producción de hidrocarburos y nos ha hecho
dependientes de regímenes totalitarios, aumentando nuestra vul-
nerabilidad.
La competitividad y el empleo industrial deben ser priorizados en
esta transición, permitiendo que todas las tecnologías compitan sin
que los sesgos ideológicos nos lleven a prohibir algunas de ellas
dañando gravemente alguno de nuestros sectores industriales más
dinámicos. Además, debemos velar porque la progresividad social
forme parte de esta transición. Los altos precios de la energía no
pueden ser la consecuencia de la transición, con un impacto nega-
tivo sobre los sectores más vulnerables de la sociedad.
Estas son para mí las condiciones que debe cumplir una transición
energética justa. •
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