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               Tercera reflexión: una transición justa y con progresividad
               social

               El coste de la transición es importante. Además, no vale subrayar
               las ventajas económicas de esta transición, que indudablemente
               existen, ocultando los costes y los perdedores de la misma.

               La primera reflexión es la de la influencia de esta transición sobre
               los costes energéticos. Ahora parece que la situación de elevados
               costes de la energía que vivimos se deba a la invasión rusa de
               Ucrania. No es cierto. La guerra ha acelerado el proceso de subida
               de precios, pero este era previo. El precio del gas en diciembre era
               igual o más alto que el actual, y no había guerra en Ucrania. El
               precio del petróleo ya superaba los 80 dólares/barril en el mes de
               noviembre.

               Si demonizamos el petróleo y el gas y su producción, si ponemos
               dificultades a la comunidad de inversores y a las entidades finan-
               cieras para invertir en este sector, los incentivos para producir hi-
               drocarburos se reducen y la producción se resiente. Si la demanda
               sigue subiendo, y lo seguirá haciendo los próximos años, es eviden-
               te que los precios van a subir, impactando duramente en las eco-
               nomías de las familias y en la competitividad industrial. Los que
               ponen trabas a la producción del gas y del petróleo son claramente
               responsables de los altos precios que estamos viviendo y de su
               negativo impacto en la sociedad, más allá de que es rotundamente
               cierto que la guerra en Ucrania ha contribuido a agravar este pro-
               blema.

               Nuevamente, las economías más vulnerables son las más depen-
               dientes de los hidrocarburos. También los territorios más vulnera-
               bles de nuestra geografía, los que se identifican con la España
               vaciada, son los más golpeados por estos altos precios. Sus nece-
               sidades de movilidad y de dependencia respecto al vehículo indivi-
               dual son superiores a la media del país. Además, el peso en sus
               economías del sector primario hace que factores como el coste de
               la energía tenga un impacto elevado sobre las economías de esas
               regiones. Esas áreas coinciden además con la España fría, aquella
               que en invierno tiene unos requerimientos energéticos superiores
               y cuyos hogares son además más dependientes del gas natural.

               Un concepto de transición justa pasa también por garantizar una
               producción de hidrocarburos, petróleo y gas, adecuada a las nece-
               sidades de futuras demandas, para que los elevados precios no
               incidan de forma agravada sobre sectores de la sociedad más
               vulnerables que otros.

               Las políticas de descarbonización tienen que ser también sensibles
               a esta visión de progresividad social. Un ejemplo de política regre-
               siva es por ejemplo la que lleva a impulsar exclusivamente el apoyo
               al vehículo eléctrico como forma de mejorar la sostenibilidad en la
               movilidad. Así, con ayudas de seis mil euros por la compra de un
               coche eléctrico y la exención del pago del impuesto de hidrocarbu-
               ros, estamos contribuyendo con una subvención directa de once o
               doce mil euros a lo largo de la vida del vehículo al segundo o tercer
               coche de personas con una renta media-alta o alta.

               Lo hacemos en nombre de la reducción de emisiones de CO , cuan-
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               do es difícilmente demostrable que a lo largo de todo el ciclo de
               vida de un coche de este tipo se puedan reducir las emisiones
               comparativas con un diésel o un coche de gasolina más allá de seis
               o siete toneladas de CO . Con ayudas directas de mil o dos mil
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               euros por vehículo, podríamos incentivar la renovación de muchas



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