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A  R  T  Í  C  U  L  O  S  DE
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                     fuerzos por dar la vuelta a una realidad que, plausiblemente en no   agricultura. Se trata de una paradoja aparente, que no se diferencia
                     pocos casos, no tenga marcha atrás, y en donde será más inteli-  en nada de lo que ha ocurrido igualmente en otros países. Aumen-
                     gente acomodar las acciones a la evolución de los procesos que   ta el peso de la agricultura, disminuye el número de personas im-
                     porfiar inútilmente en tratar de invertirlos.         plicadas en el sector. La mejora tecnológica nos ha generado ex-
                                                                           plotaciones más grandes, profesionales más formados, toda una
                     Y, sin embargo, si uno recorre España a través de cualquiera de   suerte de empresas de servicios, y toda una mejora en los resulta-
                     nuestras vías rápidas, y en particular si recorre la España interior,   dos. Pero hay mucha mano de obra que ya no se requiere. Una mano
                     la sensación que percibe guarda armonía y mantiene unos patrones   de obra que hubiera sido razonable tratar de orientar a otros sec-
                     estéticos y de actividad razonables aparentemente tranquilizado-  tores en el propio territorio rural, y que, como no se ha logrado
                     res. Los campos están cultivados, y la naturaleza, en las zonas no   consolidar con otro tipo de actividades en el medio rural, simple-
                     cultivadas, se recupera de forma tan apreciable como para mono-  mente se ha marchado.
                     polizar muchos de nuestros horizontes. Nuestra España rural es hoy,
                     en apariencia, más armónica, más plástica, y más estética de lo que   Al tiempo la mejora en la calidad y cantidad de las producciones,
                     era hace cincuenta años. Pero, igualmente, sin embargo, si nos   de la mano de las nuevas infraestructuras de apoyo, en particular
                     aventuramos por fuera de esas autopistas, y recuperamos la olvi-  las relacionadas con el agua y el riego, han permitido una intensi-
                     dada costumbre de cruzar pueblos y aldeas, nos podemos encontrar   ficación productiva hasta el punto de justificar, en no pocos casos,
                     con el vacío y el silencio. Nunca como ahora los pueblos han esta-  la renuncia y el abandono de los cultivos marginales, de las pen-
                     do tan cuidados, y nunca como ahora han estado tan vacíos.   dientes, o de las áreas de menor producción. Ya no necesitamos
                                                                           cultivar todo. Ya sabemos cómo producir “todo” cultivando menos.
                     Durante estas décadas la evidente mejora en la capacidad agronó-  Recorrer España es reencontrarnos con antiguos paisajes agrarios
                     mica, y la modernización y tecnificación de la gestión de las explo-  hoy abandonados, horizontes de pendientes antaño aterrazadas en
                     taciones, ha deparado un aumento notable en las producciones   pos de un raro cultivo donde, aún, se dibuja la huella difuminada de
                     agrarias con una disminución notoria de la mano de obra que las   lo que fueron bancales.
                     sustenta. La realidad es que, desde la incorporación de España a
                     la Unión Europea, y en consecuencia a la Política Agraria Común,   Esta tendencia, unida al retroceso de la ganadería extensiva, pe-
                     el peso del sector agroalimentario en la economía española no ha   nalizada por su dureza y por una rentabilidad al límite, difícil de
                     dejado de crecer, al tiempo que no ha dejado de decrecer el núme-  mejorar si no existe un reconocimiento específico, ha deparado una
                     ro de empresas agrarias, de agricultores, y de asalariados de la   brusca reacción de “lo natural” que ha ocupado en unas décadas
                                                                           terrenos que dejaron de ser naturales hace siglos. Es verdad que
                                                                           atormentados por la continua referencia al caos o a la catástrofe
                                                                           nos cuesta aceptarlo, pero la realidad es que nunca ha habido en
                                                                           España tanta superficie forestal, ni tanta superficie natural o semi-
                                                                           natural, como la hay actualmente. Durante los últimos treinta años
                                                                           el dominio de lo natural ha recuperado territorio a un ritmo que se
                                                                           acerca al centenar de miles de hectáreas por año. No digo con ello
                                                                           que hayamos vuelto a la selva, muchas de esas recuperaciones lo
                                                                           son en áreas matorralizadas, en estadios muy iniciales de la evolu-
                                                                           ción natural aún pendientes del paso de las décadas para recuperar
                                                                           una apariencia definitiva…. Es cierto, pero la realidad es que es
                                                                           una tendencia que, aun sin acabar de despejar la incógnita que
                                                                           suponen los incendios forestales, no parece que se vaya a invertir.
                                                                           Otra cuestión es que son áreas que precisan manejo. Aun preten-
                                                                           diendo su naturalización, precisan manejo. Y esa es una cuestión
                                                                           controvertida que aún no acabamos de concertar en su alcance.





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                                                                             agroalimentario en la

                                                                             economía española no ha

                                                                             dejado de crecer, al tiempo

                                                                             que no ha dejado de decrecer
                                                                             el número de empresas

                                                                             agrarias, de agricultores, y de

                                                                             asalariados de la agricultura






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