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               El gran salto adelante en lo económico de España, iniciado en el   debía migrar a la ciudad para desarrollarse, parecían querernos decir
               pasado siglo a partir de los conocidos como planes de desarrollo,   desde todas partes. Un abandono que no solo fue físico, también fue
               gravitó sobre la idea de la concentración económica en núcleos de   emocional y cultural. El campo fue quedando como un espacio reduc-
               actividad, en la dotación de infraestructuras para asegurar su inte-  cionista, donde solo ocurrían cosas que, en realidad, no nos intere-
               rrelación, y en la intensificación de la inversión en los mismos. Frente   saban demasiado, sin mayor utilidad que la da estar siempre presto
               a un modelo difuso descentralizado, que apoyase la continuidad de   a suministrarnos a todos tanto alimentos como agua, energía, paisa-
               la malla local en condiciones funcionales, se apostó a un modelo   je, oxígeno…. Lo que se precisase.
               centralizado en lo productivo, en lo económico, y en lo social. Envol-
               viendo todo ello culturalmente, la sociedad se impregnó de una visión   No nos engañemos, el proceso que aboca a la situación actual no
               peyorativa hacia lo rural, y de una exaltación mediática de la potencia   se inicia hace una década. Hace una década se toma constancia de
               y la trascendencia de la modernización ligada a la concentración   que, probablemente, empiece a no tener marcha atrás, y que el
               social. Han sido las décadas de las ciudades, de los polígonos indus-  abandono se convierta en la palanca para un cambio irreversible
               triales, y de la concentración de la actividad y los servicios.   en el paisaje y en el comportamiento social.

               Esa concentración de actividad acabó generando también su propio   Es obvio que, como última generación con memoria rural que so-
               modelo social, una demanda creciente de mejora de calidad de vida,   mos, cuando se rebusca en el humus de la mente concluimos que
               y una cierta construcción colectiva de una nueva forma de actividad   no deseamos perder el vínculo con lo que nos trajo hasta aquí. Y
               social y cultural. En realidad, este ha sido un modelo de éxito. Mati-  por eso no nos puede sorprender esa efervescencia de buenas in-
               zado con lentes del color que queramos, la verdad incontestable es   tenciones dispuestas a deshacer lo andado y tratar de encontrar un
               que España, como resultado de ese modelo, ha dejado de ser un país   acomodo digno a las personas, a la trayectoria, y al modelo de or-
               atrasado y primario para convertirse en una gran potencia económi-  ganización rural. No queremos que el campo se pierda. No quere-
               ca. La realidad es que vivimos mejor que la generación que nos pre-  mos quedarnos empobrecidos, e ignorantes de donde venimos,
               cedió, esa que, con su esfuerzo, logró hacernos olvidar la oscuridad   vagando en una malla de ciudades cada vez más idénticas, a través
               y el tenebrismo en que vivieron las generaciones que le precedieron.   de vías de alta velocidad sobre un tablero cada vez más descono-
               Pero este proceso tuvo un daño colateral, una circunstancia añadida.   cido, cada vez más olvidado. Y no queremos porque emocionalmen-
               Este es el abandono del rural. Un abandono que, además, no fue   te nos conduce a la nada, porque socialmente es insostenible como
               homogéneo y que primó la retirada física y emocional del campo de   Nación, y porque económicamente es un absoluto despilfarro. Y por
               las personas con mayor capacidad, con más iniciativa. La inteligencia   eso, a lo largo de esta última década, hemos ido cabalgando es-
























































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