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desde el primer momento, y que se han convertido en la base para
la construcción de la estrategia de reactivación económica y social
de Galicia.
Y es que, ante este nuevo paradigma, los gobiernos no podemos
tener otra prioridad que la puesta en marcha de políticas que tengan
como fin reactivar la vida social, el empleo y todos los sectores de
nuestra economía. Unas políticas que no se pueden desarrollar bajo
otro prisma que no sea el de la responsabilidad. Responsabilidad con
todas y cada una de las familias que han sufrido por las decisiones
urgentes que se han tenido que tomar para la contención de la pan-
demia. Responsabilidad con las empresas, pymes y autónomos, que
han tenido que paralizar por completo su actividad y, por lo tanto, sus
ingresos. No tenemos otra opción que devolverle a esa ciudadanía
responsable políticas responsables con las que paliar y activar la
sociedad y, sobre todo y más importante, con políticas que no dejen
atrás a ninguna persona ni a ninguno de los sectores de nuestra
economía.
Debemos poner en marcha políticas que unan, y que no dividan;
políticas que creen oportunidades, y no incertezas. Decisiones y
medidas en tiempo y forma, y con las que seamos capaces de salir
lo antes posible de esta crisis. Para ello solo es posible practicar
una política eficaz y comprometida con el empleo y con los retos a
los que nos enfrentamos: la reactivación social, laboral y económi-
ca de las familias y empresas.
Por todo esto, durante la crisis sanitaria desde el Gobierno gallego
hemos trabajado en una doble vía: salvaguardar la seguridad y la
salud de las personas y minimizar el impacto de la crisis en el con-
junto del tejido empresarial para encaminar así la recuperación. En
este sentido, en Galicia estamos convencidos de que la anticipación
es imprescindible en un momento como el que hemos vivido y como
el que viviremos los próximos meses e incluso años. Nos anticipa-
mos con muchas medidas sanitarias, de provisión y de compra de
material, pero también con medidas en el ámbito de la economía.
Así, en las primeras semanas del estado de alarma, pusimos a
disposición de pymes y autónomos gallegos 250 millones de euros,
una línea destinada a garantizar la liquidez del tejido productivo.
Además, fuimos una de las dos primeras comunidades en poner a
disposición de los trabajadores gallegos acogidos a los ERTE que
no hubiesen cobrado las prestaciones por desempleo del Gobierno
central, dos anticipos de nómina de 750 euros cada mes, ambos
libres de intereses. Al mismo tiempo, pusimos en marcha ayudas
complementarias por valor de 8 millones de euros para las presta-
ciones de menor cuantía de trabajadores afectador por ERTE y para
mayores de 55 años que hayan perdido su empleo. Además, en
todas estas medidas la Xunta de Galicia se hace cargo de los inte-
reses de las operaciones, convirtiéndonos en la única comunidad
que no cobra interés en los préstamos que avala al 100% con
cuatro años y un año de carencia. Fuimos también la primera comu-
nidad en inyectar con una línea de tesorería 1.800 millones de euros
a la Hacienda Pública Autonómica para que siguiese pagando las
facturas durante la crisis de la covid-19 en 15 días de media, y
también la primera en reactivar los contratos de obra pública, los
de servicios y suministros, las transferencias corrientes y las sub-
venciones en el ámbito del presupuesto autonómico.
Otra de las primeras decisiones tomadas al inicio de la crisis de la
covid-19 fue el aplazamiento de los impuestos autonómicos, un
aplazamiento que hemos ampliado hasta el 1 de noviembre. Este
es un hecho que cobra especial relevancia, pues beneficiará de
forma directa a más de 32.000 familias gallegas y con lo que la
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