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DIVERSIDAD SEXUAL
EN EL TRABAJO; RETOS
PENDIENTES Y GRANDES
ESPERANZAS
Marina Echebarría Sáenz. Catedrática de Derecho. Presidenta del Consejo de
Participación LGBTI.
La igualdad es una idea curiosa. Durante siglos vivimos en so-
ciedades que asumían con naturalidad la desigualdad de derechos Frente al enunciado de la ley
del ser humano. La simple noción de la igualdad era inconcebible y
hasta una idea ofensiva. Luego llegaron las revoluciones burguesas, descubrimos que nada era
encabezada por la revolución francesa y su promulgación de los más difícil que luchar contra
derechos ciudadanos y entre ellos las ideas de libertad e igualdad
como joyas centrales del nuevo paradigma jurídico constitucional. las pervivencias culturales
Y sin embargo, la igualdad no llegó. La idea de que todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos no se ha plasmadas en prejuicios y
conseguido pese a las múltiples veces que se ha enunciado. Si por
enunciados fuera habría bastado con la declaración de los derechos tendencias a la discriminación
ciudadanos de 1789, o con la Declaración Universal de los derechos
humanos (1948), con la carta europea de Derechos fundamentales
(2000), o con nuestros artículos 10 y 14 de la Constitución españo-
la (1978). Pero no, durante más de doscientos años tuvimos que ir
aclarando que el voto no sólo era un derecho de los rentistas y que
también se podía conceder a todo hombre ¡e incluso a la mujer!,
que derechos fundamentales como la libertad se aplicaban también
a los humanos de otras razas… En resumen, frente al enunciado
de la ley descubrimos que nada era más difícil que luchar contra las
pervivencias culturales plasmadas en prejuicios y tendencias a la
discriminación.
Si descendemos ya al tratamiento de la diversidad sexual, esta
pervivencia del prejuicio es especialmente trascendente; porque
pocas cosas hay que se vean más imbricadas con la moral religiosa
y las creencias culturales en “lo natural”, y porque, hay que recordar
que ninguna de las cartas de derechos fundamentales recogió en
sus textos el derecho a la libertad sexual, a sentir y a amar libre-
mente. El hecho de que la diversidad sexual exista desde que exis-
te la humanidad no ha impedido que ideologías diversas intentaran
corregir a la naturaleza invocando a la misma y al orden divino.
Durante siglos y en paralelo a enunciados excelsos de libertad e
igualdad, las personas que manifestaban cualquier tipo de diversi-
dad sexual y de género eran consideradas criminales o enfermos
por perversión, en el más caritativo de los casos. La criminalización
de la homosexualidad desapareció en nuestro país hace tan sólo
40 años y del código penal muchas personas pasamos a los psiquiá-
tricos y a la discriminación como realidad vital. A día de hoy, quien
les habla, ha tenido que ir a un registro civil a declararse trastorna-
da mental para poder ver reconocida su identidad y poder vivir
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