Page 39 - Tendencias 2024
P. 39
A R T Í C U L O S DE
O P I N I Ó N
vía de la necesidad imperiosa y luego por el camino de la organiza-
ción del trabajo, descubrir el trabajo a distancia en España. Pero
tampoco sus inicios fueron óptimos: el tejido empresarial no estaba
preparado –y en determinados casos, tampoco quería estarlo– para
adaptarse a las necesidades productivas de las personas que tra-
bajaban en remoto. Que en pleno 2020 las empresas quisiesen que
los costes derivados del teletrabajo cayesen sobre las espaldas de
las personas trabajadoras era una idea nefasta. De nuevo el diálo-
go social tuvo que salir al quite, articulando una ley garantista con
los derechos de las personas, que posteriormente fue refrendada
por el Parlamento.
Pero una ley quizás inspire, pero no siempre genera sensibilización.
Buena prueba de ello fue la caída en picado del porcentaje de tele-
trabajadores y las empresas que, poco a poco, se retiraban de su
práctica. Afortunadamente, UGT supo escuchar las necesidades de
las personas trabajadoras, que exigían incluir en las negociaciones
colectivas su implantación y regulación. Fruto de ello, desde finales
de 2023 se vuelven a superar los 3 millones de personas teletraba-
jando, una cifra no vista desde principios de 2021 y que dobla a la
registrada antes de la pandemia. Sin duda, los 181 nuevos conve-
nios colectivos firmados el año pasado, que incluyen una regulación
específica del trabajo a distancia -un 20% más que 2022 y un 364%
más que antes de la irrupción de la pandemia- son los causantes
de este renacimiento del trabajo a distancia en España.
El teletrabajo también puso en el primer plano el derecho a la
desconexión digital. Si bien ya era un asunto que preocupaba al
Sindicato, puesto que el 94% de las personas trabajadoras ya lleva
un smartphone en su bolsillo (y por tanto, también lleva su oficina
a cuestas), el trabajo a distancia nos hizo poner el foco en los
riesgos psicosociales asociados a la ultraconectividad. Aunque se
han hecho esfuerzos legales al respecto, y los tribunales cada vez
más beligerantes con las empresas incumplidoras del derecho al
descanso y a la conciliación, aún nos queda margen de mejora. Así,
los protocolos de desconexión deberían estar sometidos, obligato-
riamente, a un fuerte escrutinio sindical, por lo que las próximas
revisiones legislativas, sean europeas o locales, deberán afinar esta
cuestión.
La robótica también es una tecnología que presenta avances pro-
metedores. La idea de que una máquina nos releve de realizar
trabajos pesados, peligrosos o aburridos, es sugerente y bienveni-
da. Pero no todo se queda en bondades. Cada vez más estudios
afirman que la robótica no está cumpliendo con su función de com-
plementariedad y acompañamiento al trabajo humano, sino que
está siendo sustitutiva. UGT tiene constancia de al menos diez
estudios donde se demuestra que las empresas que adoptan la
robótica de forma masiva acaban destruyendo empleo. De hecho,
alguno hasta lo cuantifica: cada robot podría reemplazar a 3,3
puestos de trabajo humanos en la Industria (Acemoglu y Restrepo).
Hasta el FMI recientemente ha advertido de la necesidad de arti-
cular prestaciones sociales complementarias para mitigar los efec-
tos adversos de la robotización, puesto que esta tecnología despla-
za a las personas dedicadas a tareas rutinarias, presionando los
salarios a la baja e incrementando, por ende, la polarización entre
retribución y empleo. Advertencias que no podemos dejar de lado
y que nos impelen a tomar medidas, incluyéndolas en la menciona-
da Ley de Industria.
Finalmente, tenemos ante nosotros el enorme potencial que exhibe
la Inteligencia Artificial, especialmente las últimas versiones de la
IA generativa. La fascinación de estos progresos no debería impe-
37

